ADEC

Asociación de Documentalistas del Ecuador

Pausa Obligada

Pausa Obligada

Creatividad Durante la Pandemia

Escrito por Andrés Arias

Trabajo en postproducción y montaje de documentales en la ciudad de Nueva York desde hace 8 años. En febrero de este año, mi director técnico le comunicó a nuestro equipo de trabajo: «Compañeros, en una semana, nos tenemos que ir remoto. No hay de otra». La pandemia del COVID19 empezaba a golpear severamente en los EEUU, y los números de contagiados subían de manera trepidante. Tomando las precauciones higiénicas necesarias para cuidar nuestra salud, tomamos de nuestras oficinas el equipo necesario para hacer nuestro trabajo ahora ‘desde casa’. Una nueva realidad se avecinaba en nuestras vidas.

Desde casa, la primera semana corrió con dificultad. Nuestro equipo tuvo que acostumbrarse a llamadas diarias y a comunicación constante en línea. Algo que hacíamos frente a frente, con rapidez y precisión, ahora nos tomaba más tiempo y requería de constante coordinación. Las velocidades de internet en los hogares de cada uno son  variables, lo que retrasaba por horas algo que hacíamos en segundos.

Las semanas van pasando y nos damos cuenta que  hemos engranado con lo que nos toca hacer. Con éxito hemos puesto una serie documental de 5 episodios en HBO. Atlanta’s Missing and Murdered, The Lost Children- Una serie sobre los casos sin resolver de 25 niños y jóvenes asesinados en la ciudad de Atlanta en la década de los 70. Una persona convicta de los asesinatos, un sistema de justicia fallido, ahora la ciudad necesita reabrir los casos para esclarecer lo que realmente sucedió. Con orgullo, todos nos tomamos una copa virtual en celebración. En camaradería nos preguntamos cómo estamos y cómo está la salud de nuestras familias.

Pero la realidad nos ha ganado frente. Mis mañanas y mis tardes no son muy diferentes una de las otras. Los fines de semana prácticamente han dejado de existir, y las salidas al supermercado se transforma en la única interacción social. Aún así  uno mantiene lo dos metros de distancia, y el sonido de la voz es coartado por una máscara protectora. Este nuevo mundo es extraño. Mi mente se satura de noticias. Los números de muertes suben en Italia. El sistema de salud de España está sobrecogido con la cantidad de casos. Nueva York es el epicentro de contagios, y los médicos y servidores de salud trabajan sin descansar para salvar vidas. Todo está cerrado. La ciudad que nunca duerme, ahora dormita.

«Quiero añadir una frase de cautela. No me refiero a que durante estos tiempos tenemos que estar constantemente produciendo para la inmediata publicación. No hay que caer en esa trampa»

Ecuador, por otro lado, fue el primer país sur-americano en poner medidas sanitarias y de distanciamiento social inmediatamente. Quédate en Casa, piden las autoridades. Horarios de salida al supermercado. Servicios esenciales pueden salir a trabajar, los demás a trabajar de casa. Aún así en ciertas partes del país, las muertes y los casos de contagio aumentan exponencialmente, poniendo en riesgo a todos. La ciudadanía reclama el liderazgo de las autoridades de turno a lidiar con la situación. Es su deber como líderes electos hacerse cargo y apoyar al sistema de salud y a la ciudadanía en estos tiempos difíciles. Las tensiones suben. La gente entra en pánico, y la paranoia se apodera de nosotros. 

Uno como artista y documentalista empieza a cuestionar si nuestra labor es necesaria. Uno se pregunta ¿cuál realmente es mi función en el mundo en estos momentos? ¿Cómo me puedo mantener creativo durante estas circunstancias excepcionales? ¿Cómo puedo justificar mi trabajo cuando hay tanta gente que está perdiendo la vida? Y además tanta gente arriesgando la vida para salvar a otros, como lo es el personal de salud, la policía para cuidar de la seguridad, los bomberos, personal de supermercados, agricultores, transportistas públicos, etc.

Ésta etapa de estar en casa, no es un encierro, si no nuestra forma de cuidarnos a todos como sociedad. Ésta etapa no va a durar mucho, y más que nunca nuestras destrezas y nuestra forma de ver el mundo van a ser requeridas para pescar esas memorias en el nuevo mundo que se avecina. No sabemos cómo va a cambiar, pero debemos estar listos para relatarlo.

Sabemos que es necesario para la salud de todos  mantener distancia y quedarse en casa durante esta primera fase. Pero seamos sinceros, estar encerrados nos estresa, nos da un vértigo interior y hasta nos deprime.  No hay que caer en miedo. Si no regresar a lo básico de nuestra profesión.

Muchas veces estos elementos se manifiestan como historias personales, o como fotografía o pintura. En otras épocas artistas han tomado sus destrezas para plasmar estos eventos importantes, como lo habrá hecho el maestro Picasso con el Guernica, o Francisco de Goya con su famoso cuadro El Tres de Mayo de 1808. Mark Twain escribió un poema  “The War Prayer” (La Plegaria de Guerra)  como parábola sobre la guerra anglo-filipina. Federico García Lorca recopiló sus impresiones sobre la ciudad de Nueva York en 1920 en una serie de poemas el “Poeta en Nueva York». El trabajo del documentalista no es distinto a esto.

Como cineastas del documental tenemos una herramienta y un lenguaje único. Al igual que los poetas tenemos el poder de la imagen. Esto nos permite inspirar al público, contar historias humanas y personales que entran en nuestra memoria colectiva. Es una tarea muy distinta a la que tiene un periodista. El periodista se ocupa el aquí y del ahora. La noticia es del momento, de lo que sucede ahora. El documentalista, tiene una preocupación distinta. Puede tener sucesos presentes, pero su tarea va más allá. Nos incumbe la historia, somos testigos de los eventos que cambian a la humanidad, esas historias donde los personajes tienen que tomar decisiones difíciles que afectan su entorno. Llegamos con nuestras herramientas al centro emocional de nuestra humanidad.

Pero esto abarca unos deberes éticos esenciales. Nos debemos a la verdad, a la buena representación de los otros, los que participan frente a cámara. Un deber no solamente a denunciar injusticias, sino a contar historias de resiliencia y valor.  Nada de esto es una tarea fácil, y conlleva un sacrificio  muy grande, personal, físico y económico. Realizar un documental es difícil, ya sea por las dificultades financieras, o la cantidad de recursos disponibles, o por el acceso a la historia. Es muy importante que sus realizadores tengan una pasión insaciable para trabajar en el filme. Es un asunto de la voluntad, que unido a la destreza forma un producto final poderoso.  Ser documentalista requiere tener fortaleza de carácter, pero a la vez saber ser vulnerable, y entender con respeto a los demás.

Patricio Guzmán, cineasta chileno, muy bien dijo que, «un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías».  El trabajo que tenemos es tanto una obra artística como un deber social hacia nosotros mismos.  Nuestro compromiso es recolectar las historias y los sucesos que nos marcan como sociedad. Luego catalogarlas y reproducirlas para la memoria colectiva.

Quiero añadir una frase de cautela. No me refiero a que durante estos tiempos tenemos que estar constantemente produciendo para la inmediata publicación. No hay que caer en esa trampa. Hay un exceso desesperante por crear contenido.  Aunque claramente algunos de nosotros estaremos contando historias de lo que está pasando ahora con el COVID, no todos lo estaremos haciendo. Es necesario tomar un tiempo de reflexión personal, de estudio. Este espacio es importante para meditar en las posibilidades de proyectos que se avecinan. Pero también para descansar la mente de tanta noticia y estresores externos. En esta fórmula ser creativo y mantenerse creativo no es igual a ser productivo. Tristemente los medios sociales, los medios televisivos nos han puesto presión para estar produciendo diariamente algún tipo de contenido como medida del éxito. Esto con la idea para ser relevantes todo el tiempo, sin importar que el contenido es claro, o esencial. Esto es innecesario y contraproducente. Ser creativo, en cambio, requiere tiempo, preparación práctica, estudio. No todo tiene que definirse como éxito, más bien dentro del marco de victorias personales.

Como documentalistas, la tarea va a ser importante durante esa segunda fase cuando podamos salir de nuestras casas. Aún así hay que tomar en cuenta las medidas para cuidarnos entre todos.  En los pasados días se han publicado muchas guías para la salubridad por parte de la comunidad audiovisual. Estas nos permiten tener una base de requerimientos para cuidarnos mutuamente, a nuestro equipo y a las personas con las que vamos a filmar. Es importante tener prudencia en estos tiempos. El COVID19 es un virus excepcional del cual no se sabe mucho todavía y no sabemos cuando las cosas regresen a una normalidad común. Como comunidad, ADEC entre otras sociedades audiovisuales, se une para participar de los protocolos de salud. Entre todos debemos observar que se sigan estos protocolos para poder regresar a trabajar, y apoyarnos a conseguir las ayudas necesarias para realizar nuestra labor.

Pero también hay otras formas de contribuir contenido para nuestra sociedad mientras estamos en cuarentena. La Cooperativa Audiovisual a la que pertenezco ha creado «Postales Sonoras», un podcast colaborativo que reúne los relatos enviados por WhatsApp de varias personas del mundo que viven en la cuarentena del COVID19.  Con intención de llevar contenido de calidad, otros compañeros cineastas han puesto sus películas disponibles en línea (algunos links están colgados en la página de ADEC) para el disfrute de todos. Algunos de manera gratuita, otros a  un costo accesible y razonable.

El COVID no va a frenar nuestra sociedad, y no va a pararnos como comunidad audiovisual. Pero a mi me ha hecho re-pensar lo que es esencial, y lo que tiene importancia. La familia, los amigos, el bienestar común, la ayuda al prójimo. Pensar en las necesidades sociales de los que menos tienen y que mucho trabajan y no se les remunera como es debido. Los servicios de salud que ahora son esenciales para todos. Los trabajadores públicos asalariados, la educación, la prensa libre, las artes libres. Creo que cuando acabe la parte difícil de esta crisis debemos retomar estos temas y darles la prioridad que se merecen y reclamar como sociedad que se pongan en primer lugar, por encima de intereses privados y políticos.

Esta crisis excepcional nos ha pausado temporalmente y de golpe, y yo creo que es bueno aprovechar la pausa para otras cosas que alimenten nuestro espíritu. No hay que sentirse culpable si en este preciso momento no estamos produciendo cine. Pero podemos mantener la mente activa para seguir siendo creativos. Yo y un grupo de documentalistas de Chile, Colombia y Francia nos reunimos virtualmente una vez en semana para discutir nuestros proyectos, ya sea que estén en producción, etapa de montaje, o simplemente es un argumento teórico para un futuro documental.

Pronto saldremos de esta pausa. Es entonces cuando debemos estar listos para poner en crónica los relatos que saldrán. Tenemos que tomar al toro por los cuernos, y no rendirnos al pánico y al miedo. Este evento va a cambiar a la humanidad, y no sabemos cómo aún. Por lo tanto es nuestro encargo colectar y marcar cómo ha cambiado el mundo. Cómo han cambiado nuestras vidas, y como ha cambiado nuestro país. Tal vez esto nos ayude a mirarnos y reflexionar cómo podemos cambiar, mejorar y estar preparados en el futuro.

Más que nunca, el trabajo de un documentalista, no es solo el de historiador, o de arqueólogo, si no de una especie de alquimista del tiempo, donde maneja la memoria colectiva hacia una narrativa común. El cine, como dice Almodóvar, puede llenar los espacios vacíos de tu vida y de la soledad. Cuando empecemos a levantarnos vamos a necesitar llenar esos espacios, con veracidad, con ética, y con cine. Es nuestro deber, y no debemos ignorarlo.

Nueva York, mayo 2020

Corre la voz

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